El de la mochila azul

Su historia comenzó lavando carros, pero hoy es uno de los responsables de afinar hasta el más mínimo detalle dentro de la Máquina del Cruz Azul, al ser el encargado de la utilería del primer equipo.

Desde hace 27 años, Pablo Coria se dedica a tener lista la ropa, calzado de los jugadores, así como administrar el material para los partidos, entrenamientos y, en ocasiones, levantar el ánimo de los futbolistas ante las derrotas.

Sólo tenía 14 años cuando muy cerca de su casa, en Acoxpa, fue inaugurada una sucursal cementera por lo que al salir de la escuela se ganaba unos pesos cuidando los autos de figuras de la época de 1970 y 1980 como el portero Carlos Novoa, Ignacio Flores o Porfirio Jiménez.

"Me tocó la etapa con Patricio Hernández, (Carlos) Jara Saguier, Sergio Rubio, Marco Antonio Trejo. Cuando salían de su entrenamiento yo les decía que les había cuidado los carros; era una broma piadosa porque no era cierto. Dos años después, mi abuelita abrió un estacionamiento y ahí sí lavaba los carros de los jugadores", explicó.

Tras ganar la confianza de futbolistas y cuerpo técnico, a sus 16 años, Pablo fue invitado para apoyar a los utileros del tercer equipo del Cruz Azul por lo que abandonó la escuela para dedicarse de tiempo completo a dichas labores y ayudar a su familia con los 125 pesos mensuales de sueldo que recibía.

Aunque no estaba en el conjunto que consiguió el último campeonato de Primera División, en el Invierno de 1997 ante León, Coria fue testigo de momentos importantes para la institución como llegar a la Final de la Copa Libertadores de América en 2001, donde perdieron en penales ante Boca Juniors en Argentina.

Pero así como disfrutó de buenas épocas, también le tocó sufrir la sequía de gallardetes y padecer las derrotas cementeras en cinco...

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