Misión diplomática en la posguerra

AutorMario Alejandro Tapia

El 14 de noviembre de 1920, el Imperator -uno de los transatlánticos más lujosos del momento- terminaba su travesía desde Europa. A bordo, un Embajador confidencial mexicano, acompañado por su esposa y su secretario personal, admiraban NY, primera escala del viaje que los traería de regreso a su añorada patria.

No tardó en bajar la escalinata del gran barco, cuando el Embajador se vio rodeado por varios periodistas interesados en conocer el resultado de sus gestiones en el viejo continente. En un tono bastante serio, don Félix F. Palavicini expresó: "Los gobiernos europeos no piden que se hagan efectivos los daños sufridos por sus nacionales durante la revolución de México, ni tampoco solicitan que se haga cambio alguno en la Legislación Petrolera Mexicana, como preliminar para otorgar su reconocimiento al Gobierno de México".

Tales fueron las palabras del Embajador, que daban nuevas esperanzas a las relaciones internacionales de México en momentos en que el caos parecía apoderarse nuevamente del país.

En 1920, México marchaba mal -el año electoral que comenzaba parecía destinado a terminar en una nueva guerra civil- y marchaba solo. América Latina se encontraba enfocada en sus propios asuntos. Con Estados Unidos, la relación seguía siendo más conflictiva que amistosa. Europa no era la excepción. Destrozada por el paso arrasador de la Primera Guerra Mundial, los países europeos tampoco habían visto con buenos ojos el proceso revolucionario -sobre todo en materia petrolera- y prácticamente ninguno tenía relaciones diplomáticas con México.

A pesar de todo, el Gobierno de Carranza intentó restablecer las relaciones con Europa, lo cual quedó sólo en buenos deseos debido al comienzo de la rebelión de Agua Prieta -encabezada por Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles y Alvaro Obregón-, que culminó con el asesinato de don Venustiano Carranza el 21 de mayo de 1920.

"El éxito del movimiento de Agua Prieta ocasionó a México un retraso formal en el frente diplomático -escribió John W. F. Dulles en su libro Ayer en México-. Inglaterra, que nunca había reconocido el régimen de Carranza, no se mostró en disposición de cambiar su actitud hacia México. Francia, Bélgica, Suiza y Cuba tampoco tenían relaciones... con el nuevo régimen mexicano".

De la Huerta, Presidente Interino, empezó a idear alguna estrategia que pudiera favorecer las relaciones de México con los demás países. Sabía que un acercamiento con Europa beneficiaría al Gobierno que sería...

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