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MIRÓN DE PALO / Un deseo

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Vincent
AutorPedro Lara y Malo

No pienso darles la monserga para que hagan el recuento de todos y cada uno de mis deseos para el año que está por comenzar, ni mucho menos ofrecerles un resumen de las vicisitudes del año que ya, a estas alturas, lanza sus últimos estertores de agonía. Lo que sí quiero hacer es transmitirles una frase que vino a mi memoria el día de ayer, mientras me recuperaba de la espantosa batalla navideña que libré contra el risueño gordo y sus duendes maléficos. La frase en cuestión la escuché de un par de vascos de Intxaurrondo, quienes luego de estar discutiendo sobre alguna trivialidad durante dos minutos, convinieron: "¡Para qué vamos a hablar, si lo podemos arreglar a hostias!".

Por supuesto, habría que sustituir 'hostias' por un sustantivo más frecuente en nuestro léxico más florido, pero la elocuencia de su contexto basta para dilucidar su significado, el cual, de este lado del Atlántico, equivaldría más o menos a unos primitivos chin... chonchazos.

El caso es que la frase vino mientras tomaba un reconstituyente café y leía las noticias, enterándome de la última escaramuza del 'dipuhooligan', quien decidió cerrar el año con otro de sus numeritos, aunque en esta ocasión lo hizo medio arroyo, que es en donde precisamente debería estar, en lugar de ocupar una curul en la Asamblea Legislativa.

"Tú reportero, yo diputado -¡líbreme el Santo Niño de Atocha!- hubieras reaccionado igual si ofenden a tu abuelita", dijo el interfecto al ser entrevistado, añadiendo que ni siquiera utilizó su fuero para evitar ir a parar a una agencia del Ministerio Público, cuando, una vez desatada la trifulca, acudió la policía para apaciguar a los callejeros púgiles. No pos sí.

Por lo mismo, y si ustedes me permiten cerrar el año con un modesto deseo -sólo uno, que conste-, éste sería dejar de mantener a tanto mega naco como él, aunque sólo sea por una simple cuestión de decoro.

¿Cuántos de ustedes se sumarían a tan loable deseo? Porque, a fin de...

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