MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Los canónigos de la catedral le pidieron a San Virila que hiciera algún milagro para poder creer en Dios y en los milagros. En ambas cosas habían dejado de creer desde hacía mucho tiempo.

Grandes eran los jerarcas, por eso San Virila decidió hacerles un milagro grande. Alzó los brazos, y la catedral se elevó a lo alto con todo y los canónigos.

De todos los lugares acudió la gente a ver aquel prodigio. San Virila, bondadoso como era, mantuvo arriba la catedral hasta que todo mundo pudo mirar el espectáculo y a nadie le llamó ya la atención.

El frailecito, entonces, se dispuso a volver la catedral a su sitio. Pero entonces sucedió algo. En el solar donde estuvo la edificación había...

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