MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Me habría gustado conocer a don Federico de Gonzaga.

Hombre de fortuna -se enriqueció en la guerra y en las navegaciones-, convirtió un establo para caballos que compró a precio vil en una quinta campestre decorada con tan buen gusto y elegancia que los más grandes potentados se la envidiaban.

Ahí, a la orilla del Po, don Federico recibía y agasajaba a sus amigos. Y sobre todo a sus amigas, pues hay que decir que a este señor de Mantua le gustaban las mujeres más que las batallas, el mar, la caza, los caballos, los juegos de naipes y las francachelas, y aún más que la buena mesa y el buen vino. En la alcoba de su mansión hizo pintar una salamandra, animal al que sus...

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