MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

"Por caridad, hermano, ponle herraduras a mi mulita. Venimos muy de lejos y en el camino las perdió".

La voz del frailecito sonó humilde, con la humildad de su ropa y sus sandalias.

El rudo herrero puso las cuatro herraduras a la mula. Terminada la obra demandó:

"Mi dinero".

"Hermano", se atribuló el peregrino. "Yo no llevo dinero conmigo. Lo que te pedí te lo pedí por caridad".

"Yo no hago caridades", replicó, hosco, el herrador. "Págame".

El frailecito, entonces, se dirigió a la mula:

"Hermana: el herrero tiene razón. Es su trabajo, y nosotros no podemos pagárselo. Devuélvele sus herraduras".

La mulita sacudió las cuatro patas y de ella cayeron las herraduras y los clavos.

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