MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

San Virila salió de su convento. Iba al pueblo a pedir la limosna de los pobres. En el camino vio a un niño que lloraba desconsoladamente al pie de un árbol: los muchachos le habían quitado su gorra y la habían arrojado a la más alta rama.

El frailecito hizo un movimiento con su mano. Los rayos del sol que jugaban en la fronda formaron una escala. Por ella subió Virila y le bajó su gorra al niño.

-Muchas gracias -dijo éste. Y se alejó.

San Virila sonrió al ver la naturalidad con que el pequeño recibió el milagro. Si...

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