MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Jean Cusset, ateo sin fanatismos, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:

-Es una pena que Jesús haya expulsado a los mercaderes del templo con un látigo. Ese episodio de su vida sirve a muchos para justificar la violencia en nombre del Señor.

Siguió diciendo Jean Cusset:

-Por encima de todo está el mensaje esencial del cristianismo, que es el amor, aun a los enemigos. No debe haber excepción para ese amor. La violencia no tiene nada de cristiano, pues atenta contra ese amor universal que el otro Cristo, el que nació en Asís...

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