Mirador

AutorArmando Fuentes Aguirre

Un hombre de los que construían la catedral de San Esteban cayó de lo más alto del andamio. Iba a morir seguramente, pero fue a caer en una carreta llena de paja que por ahí pasaba, y así salvó la vida.

-¡Milagro! -gritó el hombre-. Con los ojos llenos de lágrimas entró en el templo y se postró ante el santo para darle gracias.

Al día siguiente, el mismo hombre perdió pisada y se precipitó de nuevo al vacío. Se salvó ahora porque cayó en el tanque del agua.

-¡Qué buena suerte! -exclamó con ufanía.

Al otro día volvió a caer. Su muerte era segura, pero ahora cayó...

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