MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Me habría gustado conocer a este señor a quien todos en su familia llamaban tío Alberto.

Tenía un sobrino, niño de corta edad que con frecuencia iba a su casa. Era travieso el niño -la obligación de los niños es ésa: ser traviesos-, y un día hizo una travesura que irritó grandemente a la esposa del tío Alberto. Le ordenó la severa mujer a su marido:

-Lleva a este niño malo a tu despacho y pégale con el cinturón, a ver si así aprende a portarse bien.

El tío Alberto llevó a su pequeño sobrino al despacho; se quitó el cinturón y le pegó... al sillón. Luego llevó al chiquillo de regreso con su tía. Le dijo a la señora:

-Ya usé...

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