MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Aquel hombre tenía un erial lleno de ortigas y cardos espinosos, y tenía también un jardín colmado de flores y de árboles llenos de preciosos frutos.

El erial lo dio a uno de sus hijos, que era muy trabajador. El jardín lo entregó a otro de sus hijos, que era muy perezoso.

Al cabo de algún tiempo el hijo trabajador había convertido el erial en un jardín.

Y al cabo de ese mismo tiempo el holgazán había convertido el...

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