MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Los designios de Dios son inescrutables.

Los del agua son más inescrutables todavía.

He aquí que en el Potrero de Ábrego salió el agua de La Cazuela. Salió de repentinamente -así dice don Abundio-, después de más de un año que no se le veía. Esta Cazuela es un rasgón en la falda de la sierra. De cuando en cuando brota de él, inesperado, un buey de agua que muge, feliz, al ver la luz del día. Un hontanal haría yo para festejar esta nueva aparición.

Escribió el rústico poeta: "El Niño Jesús nació en un pesebre. / Donde menos se piensa salta la liebre". Igual de impensado volvió a salir el chorro generoso. "Y en seco...

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