MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Me entristeció profundamente la noticia del fallecimiento de Víctor Viveros, gran persona, extraordinario amigo.

Coahuilense de nacimiento, hizo de Colima su tierra de adopción. Ahí vivió su vida de maestro; ahí se dedicó a impartir a sus semejantes el santo sacramento de la bondad humana.

Encarnaron en él las virtudes y cualidades de sus padres, doña Lupita y don Ruperto. De ella heredó la vocación del bien; de él la cualidad de amenísimo conversador al mismo tiempo sonriente y reflexivo.

Sus quebrantos de salud no lo arredraron nunca. Cumplió con alegría su misión. Al lado suyo estuvo siempre la ejemplar compañera...

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