MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Llegó el color rojo y dijo sin enrojecer:

-Soy el mejor color.

Antes había oído yo a otros colores decir lo mismo. Lo dijeron el verde, el amarillo, el azul, el anaranjado y el café. Lo mismo oí decir a los demás colores, y eso que algunos eran tan poco destacados como el gris o el beige. Todos pretendían ser el mejor color. No me sorprendió entonces oír que el rojo decía eso. Fingí aceptar su dicho, y lo felicité. Aun así me reprendió:

-Observo que usted no lleva ninguna prenda roja. La próxima vez que nos encontremos espero verlo con un sombrero, una camisa, un pantalón o unos calcetines de mi color.

Le prometí que de inmediato me aplicaría a conseguirlos. No debí haber dicho eso: si me hubiesen oído los demás colores igualmente me habrían exigido...

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