MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

San Wandrilo, abad de Fontanella, Francia, descendía de una de las mejores familias de Austrasia. En su juventud el rey Dagoberto Primero lo hizo conde y lo nombró copero de palacio.

Hombre piadoso, de encendida fe, contrajo matrimonio con Ludmila, doncella que poseía la misma virtud que él. Tan entregados a la religión estaban ambos que la noche de las nupcias hicieron voto de virginidad perpetua, de permanente continencia.

Un día, sin embargo, la fuerza del instinto -la poderosa fuerza de la vida y el amor- los llevó a entregarse en cuerpo. Desolados por haber faltado a su promesa se separaron para siempre. Él se fue al monasterio de Montfausón. Ahí se dedicó a rendir culto a...

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