MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Don Juan se arrodilló junto al sofá en que estaba sentada doña Inés y le dijo con vehemencia:

-¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor...?

Tan encendidas fueron sus palabras, y tan amorosas, que la inocente doncella se le rindió, y el labioso seductor gozó cumplidamente de ella.

Pasaron los años. Una tarde Don Juan estaba en su palacio. Bajó a la sala y vio en ella a su hija, el fruto de aquel pasado amor con doña Inés.

La hermosa joven estaba sentada en un sofá. Junto a ella, puesto de rodillas...

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