MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

En el parque el niño dio impulso a su aro, y éste salió rodando tan aprisa que se perdió de vista antes de que el pequeño pudiera alcanzarlo.

Lloró el niño por la pérdida de su aro, y ese recuerdo le quedó como uno de los más tristes de su infancia.

Creció el niño y se hizo hombre. Creció más el hombre y se hizo anciano. Una tarde estaba en aquel mismo parque cuando un aro llegó rodando quién sabe de dónde y le cayó a los pies. El anciano lo recogió. Era -lo recordaba perfectamente- el mismo aro que había perdido cuando niño.

Me intriga mucho este...

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