MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

"Ya me alegraste el día, la semana, el mes y todo el año".

Así le dije a Ernesto Cordero Martínez, amigo queridísimo, quien me llamó ayer por teléfono.

Fuimos compañeros de bachillerato en el glorioso Ateneo Fuente de Saltillo, y juntos viajamos a la Ciudad de México a presentar el riguroso examen que entonces se debía aprobar para obtener la licencia de locutor de radio. Nunca fui tan buen locutor como él, he de decirlo, pero él me ayudó siempre, pues poseía la calidad humana de su padre, don Ernesto, maestro mío inolvidable de Derecho Romano en la Escuela de Leyes, y la bondad y gentileza de su mamá, doña Toñita.

He aquí que tienes...

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