MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

-Haz un milagro para poder creer.

Así dijo a San Virila aquel incrédulo.

El santo hizo un movimiento de su mano, y el escéptico se elevó por el aire hasta quedar a la altura de la más alta aguja de la catedral.

-¡Bájame, por favor! -gritó el infeliz lleno de espanto.

-Ése sería otro milagro -le gritó el santo a su vez-. Tú nada más pediste uno.

Allá arriba el hombre empezó a manotear con desesperación. Divertida, la gente de la aldea reía a carcajadas. San Virila hizo entonces otro movimiento y el hombre descendió con suavidad hasta llegar al suelo.

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