MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Cuando murió Dom Ceco, abad del convento donde vivía San Virila, un delicado aroma como de rosas llenó la celda del difunto.

-¡Milagro! -dijeron los frailes. Y anunciaron al pueblo que Dom Ceco había muerto en olor de santidad. Pero cuando lo despojaron de sus hábitos para envolverlo en la mortaja descubrieron un pomo de perfume entre las ropas del abad. Él mismo lo había puesto ahí. En el momento que se sintió morir lo quebró para crear la leyenda de su santificación.

Los aldeanos le rezaban a Dom Ceco, y le...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR