MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Jean Cusset, ateo con excepción de la noche que vio el cielo a través de un telescopio, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:

-Alguna vez mi Iglesia, la católica, tendrá que pedir perdón por haber sacado a tantos niños del regazo de sus madres para meterlos en un seminario y hacerlos sacerdotes. Nadie debería entrar en uno de esos institutos sino por libre voluntad, y con pleno conocimiento de los efectos que tendrá su decisión.

Cusset dio un nuevo sorbo a su martini, y añadió:

-Se hacía creer a los padres que dar un hijo o una hija a la Iglesia era ganar la salvación. Pero nadie se salva sino por sus obras, y no por el sacrificio de otro. Dijo Jesús, es...

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