Minimalismo en la pantalla

AutorRafael Aviña

Una constante cámara fija capta a Farrel (Juan Fernández), marinero de un carguero mercante en medio del Atlántico. Farrel pide permiso al capitán para, una vez en tierra, viajar al lugar donde nació y averiguar si su madre aún vive. Llega a Ushuahia en la helada región de Tierra de Fuego en La Patagonia. La cámara lo muestra cenando, ocultando una botella de alcohol, asistiendo a una suerte de table dance, llegando a un aserradero y más tarde, a un pequeño poblado donde pide de comer para después emborracharse afuera de una casa que observa sin ser visto. Farrel se reencuentra con su anciana madre quien no lo reconoce y con una muchacha tímida y aniñada con cierta discapacidad mental que probablemente sea su hija. No hay nada: sólo nieve, soledad, silencio, incomunicación, rutina y largos planos fijos.

Liverpool (Argentina-Francia-Alemania-España-Países Bajos, 2008), cuarto largometraje del atípico realizador argentino Lisandro Alonso, es un lacónico ejercicio de minimalismo puro que se conecta con algunas de las obras de ese otro polémico cine independiente surgido en México bajo el amparo de Mantarraya producciones. En efecto, ésta suerte de breve épica sobre la soledad y el desarraigo, se aproxima a los relatos y postulados del cine de Carlos Reygadas (Japón, Batalla en el cielo, Luz silenciosa) y de otros realizadores apoyados por éste y el productor Jaime...

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