Minas artesanales de Coahuila: las otras fosas

(14 del Tercer Presupuesto General; MATERIAL EXCLUSIVO PARA MEDIOS IMPRESOS. QUEDA PROHIBIDA SU PUBLICACIÓN EN INTERNET)

Carlos Antonio Gutiérrez

MÉXICO, D.F., septiembre 15 (EL UNIVERSAL).- Imagina que trabajas a más de 100 metros de profundidad. Que debes permanecer en cuclillas ocho o diez horas. Imagina que tienes riesgo de intoxicación por gas metano, que no puedes proteger tus ojos con lentes porque el polvo del carbón los empaña y no te deja ver. Tampoco puedes usar tapones para los oídos porque te impedirían escuchar si algún muro se rompe por la presión del agua subterránea. Imagina que esa es la única opción que encuentras para llevar unos 80 pesos para comer en casa, porque eres minero y así te ganas la vida en la región semidesértica del estado de Coahuila.

Cientos de coahuilenses viven así y son explotados laboralmente en pocitos. Se trata de minas verticales de entre 50 y 150 metros de profundidad por un metro y medio de diámetro, a las cuales entran por medio de un tanque de acero tirado de un estrobo o barril, el cual también sirve para salir y llevar a la superficie el carbón que sacan de las entrañas terrestres.

Tan sólo entre 2011 y 2014 han perdido la vida 67 personas en las minas de esa entidad, según constata el Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal) en su más reciente informe sobre violaciones laborales en México. En total, contabiliza “172 trabajadores del carbón” que han muerto de 2006 a la fecha “y casi 2 mil mineros del carbón desde hace un siglo”.

En total, el gobierno mexicano ha reconocido ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la existencia de 297 pocitos en activo y 266 abandonados, en 2012.

A estos datos se suman los que el gobierno mexicano entregó a la OIT al señalar que no contaba con cifras estadísticas sobre cuevas o ‘minitas de arrastre’.

Lo anterior fue expuesto también en el 17 Informe de Violaciones a los Derechos Humanos Laborales en 2013 y a datos del Centro de Reflexión y Acción Laboral 2014.

Durante el último sexenio panista, el entonces secretario de Economía, Bruno Ferrari, reconoció en 2012 —de acuerdo al boletín del Frente de Trabajadores de la Energía de México— que ya sabían de la existencia de “290 pocitos en activo”, pero no habían tenido datos concretos de dónde estaban y cómo llegar a ellos, debido a que “se abren constantemente y migran de un día para otro”.

Los daños

Una de las damnificadas es Laura Sifuentes. En 2011 perdió a su marido, su hermano y su primo en...

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