El milagro de Mingo

AutorNoé Sotelo

"Donde no hay ley, no se culpa el pecado", dice un chica hacia el final de La mitad del mundo, ópera prima de Jaime Ruiz Ibáñez que narra el despertar sexual de Mingo, un joven con ligero retraso mental.

Como los hombres están ausentes o no se interesan en las mujeres, Mingo termina convirtiéndose en amante de una buena parte de las féminas de un pueblo perdido en la provincia mexicana.

La frase sintetiza, en gran medida, las contradicciones y la confusa moral de una sociedad que el director pone de manifiesto en su película. El apacible lugar en donde la historia se desarrolla, es una comunidad sin ley, entonces, ¿cómo juzgar a un supuesto pecador?

"Mingo es un chivo expiatorio. La culpa permea mucho en la historia, todos los personajes son culpables de algo y no lo quieren ver así, por eso buscan exculparse, y Mingo se convierte en su blanco.

"Al final todos se lavan las manos en esta historia y sucede el supuesto milagro", explica el director, quien se basó en uno de sus cortometrajes anteriores...

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