Mijail Gorbachov / Una llamada a la acción

AutorMijail Gorbachov

Muchos países, entre ellos algunos que son muy importantes para la estabilidad regional y global, han sido escenario de disturbios políticos, e inclusive, de motines como resultado de la escasez de comida.

Hay varias causas que explican la crisis: un creciente consumo de alimentos en China e India -países con economías en rápida expansión-; un incremento de la demanda de biocombustibles como el etanol, que en su mayor parte es fabricado a base de cereales; y mutaciones en el clima causadas por el calentamiento global de la atmósfera y por la escasez de agua.

La primera es una tendencia ineludible, y debemos alegrarnos que cientos de millones de personas hayan logrado emerger de la pobreza y puedan comprar alimentos adecuados. Nuestro planeta está en condiciones de nutrirlos. Los expertos estiman que con la actual tecnología agrícola, la producción global debe alcanzar para 8 mil millones de personas.

Las principales razones de la súbita crisis son resultado de la actividad humana, producto de la acción, o de la inacción, de los políticos.

¿No recibieron acaso advertencias acerca del calentamiento global y de la necesidad de adoptar medidas para combatirlo? Se dijo que la producción de etanol era beneficiosa para el medio ambiente pues permitiría reducir la dependencia de petróleo. Pero no se pensó de manera detenida en sus consecuencias.

Y el resultado ha sido que los contribuyentes en varios países subsidian la conversión de cereales en etanol, y de esa forma reducen los recursos alimenticios. Eso crea un círculo vicioso y demuestra que no hay soluciones simples o varitas mágicas.

Jacques Diouf, director general de la Organización de los Alimentos y de la Agricultura de las Naciones Unidas, tuvo razón al señalar en fecha reciente que la crisis se había estado forjando durante décadas y fue el resultado de "políticas inadecuadas en el curso de los últimos 20 años".

En tanto, la asistencia a la agricultura en los países en desarrollo fue reducida a la mitad entre 1990 y 2000, y el mundo industrializado mantiene subsidios generosos para sus propios granjeros. De esa manera, se permite que "ellos" se hundan o naden en las olas del mercado libre, en tanto "nuestro pueblo" recibe ayuda.

Ahora, la crisis mundial de alimentos está entre nosotros, y al parecer, ha llegado para quedarse. Y es necesario hacer dos cosas para menguarla: en primer lugar, hay que adoptar medidas de emergencia; en segundo, hay que tomar en cuenta las lecciones que se...

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