Miguel B. Treviño / Caracas, Kiev y Veracruz

AutorMiguel B. Treviño

Gregorio Jiménez de la Cruz es el décimo periodista asesinado en tres años de gobierno en Veracruz de Javier Duarte, afirma el colectivo ¡Prensa, No Disparen!

De ser así, no hay otro rincón del mundo más inseguro para ejercer la profesión.

Lo que pasa en Venezuela y Ucrania en estos días ayuda a poner el tema en perspectiva.

En Venezuela desde el inicio de las manifestaciones de las últimas semanas se han registrado 50 ataques contra la prensa, según el Instituto Prensa y Sociedad. El régimen de Maduro ha adoptado la táctica autoritaria de intimidar y amordazar a los medios. Hace días el gobierno le revocó el permiso de trabajo a corresponsales acreditados de CNN, incluyendo a la presentadora Patricia Janiot.

En Ucrania, según la organización Institute of Mass Information, alrededor de 140 reporteros locales e internacionales han sido atacados en las protestas, algunos heridos con balas de goma. Las protestas en la calle son consecuencia de reformas que incluyen nuevas restricciones del gobierno al trabajo de los medios.

En México no se han aprobado nuevas restricciones legislativas, ni se han revocado licencias a corresponsales internacionales, pero según las mediciones globales nuestra situación en libertad de prensa es mucho más grave.

Según Reporteros Sin Fronteras tendríamos que ver para arriba a Venezuela y Ucrania; el primero ocupa el lugar 116 de 180 países, el segundo el 127. México está en el lugar 152 en el ranking para 2014. No hay misterio detrás de nuestro atraso: es la seguridad.

¿Qué puede amenazar más seriamente la libertad de prensa que el peligro de perder la vida?

En el sexenio de Felipe Calderón se estima que murieron como consecuencia de su trabajo entre 50 y 70 periodistas. En lo que va de la actual Administración la tendencia no parece revertirse.

La muerte de un periodista, como la de cualquier persona, provoca indignación y solidaridad. Genera también reclamos justificados sobre el derecho de un gremio a ejercer su profesión gozando de las garantías más básicas. Pero nuestra aproximación a este asunto no puede terminar ahí.

Estamos frente a un problema de política pública, pues se destruye uno de los supuestos fundamentales del funcionamiento de nuestro sistema político. En México no hemos dado de alta el problema. El exterminio de los periodistas de verdad, de los que publican la verdad que...

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