Miguel Angel Montoya/ ¿México como quién?

AutorMiguel Angel Montoya

¿Cuál será la situación económica de México para el corto o mediano plazo? Es la pregunta que muchos nos hacemos y que ha sido reforzada durante los últimos días con la polémica sobre si vamos o no, a una situación como la de Argentina. Pienso, como muchos ya lo han comentado, que nuestra situación no es como la del país austral y que cuando menos en los próximos años no vamos para allá.

Entonces, ¿México cómo quién? Tratando de buscar un símil latinoamericano hacia donde podríamos ir si continuamos con nuestra parálisis ejecutivo-legislativa, donde no se aprueban las ya muy mencionadas reformas estructurales (fiscal, laboral eléctrica, energética, de salud, derechos de propiedad, etcétera) que nuestro país necesita para crecer de una manera fuerte y ordenada, encuentro que México pudiera parecerse a Panamá.

Salvando las diferencias de tamaño, población e historia y corriendo el riego de caer en las simples y, a veces, injustas comparaciones; iniciemos con las similitudes en los indicadores positivos.

Nuestro país parece que va en el camino de la baja inflación, tampoco Panamá tiene problemas fuertes en el control de precios. México parece que está logrando una estabilidad en el tipo de cambio, al igual que el mencionado país centroamericano que no tiene problemas cambiarios (de hecho no tiene moneda, ya que su circulante es el dólar, el balboa sólo es para monedas fraccionarias). Todo indica que en nuestro país las tasas de interés continuarán en un solo dígito, también en Panamá las tasas de interés son bajas. Por el lado político, si bien con problemas y tirones, el par de países tienen una democracia y una buena relación con los Estados Unidos.

O sea que tanto en México como en Panamá, la inflación es baja, el tipo de cambio es estable, las tasas de interés son moderadas, gozamos una democracia (incompleta) y tenemos una relación estrecha con los estadounidenses. A pesar de lo anterior, México se está acercando, como el país del canal, a un crecimiento pobre de PIB (entre cero y 4 por ciento cada año), a un incremento o estancamiento en los indicadores generales de bienestar y a una profundización de la brecha entre los pobres y los ricos de país. Es decir, de nada o poco sirve la estabilidad financiera si la economía real no crece con fortaleza para que incremente el empleo y la calidad de éste, y si la sociedad y el Estado no cuentan con los recursos necesarios para sacar de la pobreza a una buena parte de la población.

Repito, ante...

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