Migrantes, los nuevos esclavos de la delincuencia

(Embargada para sitios en internet hasta las 24 horas locales)Alberto Torres, enviadoJUCHITÁN, Oax., septiembre 13 (EL UNIVERSAL).- Hace cuatro días, Genaro y sus compañeros escaparon del cautiverio donde el crimen organizado los tenía en Lechería, Estado de México."Volvieron a vivir", dice, por eso estos migrantes hondureños decidieron unirse a la Caravana de la Paz al Sur que encabeza el poeta y escritor Javier Sicilia. Marchan con una bandera de Honduras por las calles de esta ciudad, sobre la 16 de Septiembre y van para el zócalo.El padre Alejandro Solalinde y cientos de migrantes van acompañados de víctimas de la violencia en México, defensores de derechos humanos, ONG de Centro y Sur de América, así como habitantes de la región. Exigen al gobierno mexicano detener las masacres de migrantes, la corrupción en el Instituto Nacional de Migración y la Policía Federal, a quienes acusan de ser cómplices del crimen organizado.Es el quinto día de marcha al sur de esta caravana que entra a territorios "prohibidos". Las zonas de más peligro para los migrantes de América Latina en sus primeros pasos por México. Es el epicentro de la violencia para los migrantes en el sur, donde las bandas del narcotráfico descargan toneladas de droga de submarinos y las redes de tratantes de blancas tienen sus reinados."Esta caravana va a hacer lo que el gobierno no ha querido hacer, unir a sus hermanos del sur. Pero no mirándolos por encima del hombro, ni como terroristas, con criterios discriminatorios disfrazados de seguridad, sino unidos como hermanos. La caravana viene a unirnos para pedirles perdón", asegura el activista Solalinde.En Tehuantepec, Juchitán e Ixtepec la caravana recorre los albergues de ayuda a migrantes, sostenidos por misioneros y voluntarios católicos pese a las amenazas de muerte y hostigamientos no sólo de grupos criminales, también de la misma Policía Federal que es quien presuntamente los entrega a Los Zetas, denuncia el padre.Estas son las historias de muerte que los migrantes narran: "Unas veces Los Zetas o La Familia nos llevan a la fuerza, otras nos llevan con engaños. Nos prometen un trabajo digno. Que nos pagarán seis mil pesos cada quince días. Pero nos ponen a cuidar en la sierra los sembradíos de mariguana, de coca y ranchos. Y cuando llegan los contrarios o la policía debemos enfrentarlos mientras ellos escapan. Nunca nos pagan y nos mantienen encerrados trabajando para ellos como esclavos. Muertos en vida", narra...

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