Sin miedo al fogón

AutorAnaluisa Béjar

Es momento para poner manos a la obra con los propósitos de Año Nuevo.

Una meta fácil de conseguir y que garantiza la mayor de las satisfacciones es empezar a cocinar o cocinar más, abordar ese plato que siempre hemos querido hacer. No hay nada como ver caras felices en la gente que alimentamos con cosas ricas.

Hay dos acercamientos que pueden converger: solucionar una necesidad diaria o nutrir una afición ocasional. En cualquier caso, hay muchas razones para cocinar más en casa: comemos más sano, controlamos los ingredientes, aseguramos frescura y calidad.

EMPEZAR CON EL LIENZO EN BLANCO

Sin importar el nivel de habilidad, es tiempo de hacer cambios. Primero, atacar el cajón o alacena de las especias. ¿No se usaron en un año? ¿La fecha de caducidad ya ni siquiera es legible? No tiene caso agregar ingredientes que no aportan nada o, peor aún, sabores rancios o algún tipo de contaminación. Lo mismo va para esas salsas, aderezos y todo lo que no se ocupa muy frecuentemente. Sin temor, todo para afuera.

También es momento de desechar las tablas para picar gastadas, ver con ojo crítico los recipientes de plástico sin tapa o manchados, y todos los utensilios que no faciliten nuestro trabajo. Es mejor tener poco equipo, pero de buena calidad. A abrir espacio para lo que venga.

Si en el congelador hay algo sin fecha de empaque, que tenga más de ocho meses, o no sepamos de qué se trata, digámosle adiós. No queremos riesgos sanitarios. A partir de hoy, todo lo que entre ahí debe llevar nombre y fecha de producción para usarse pronto. Ni modo, a servir las tortas de bacalao antes de marzo. El congelador es una gran herramienta, siempre y cuando no se convierta en un agujero negro de objetos misteriosos abandonados.

Muy recomendable y siempre salvador es tener básicos que sirvan para construir: sal kosher, por su sabor menos agresivo y sus hojuelas que lucen sobre los alimentos; pimienta entera, para moler al momento, y especias elementales, como orégano seco, canela molida, comino, pimentón, hojuelas de chile, un buen curry, y nuez moscada entera (como no se usa tanto, es mejor molerla al momento).

También es útil una pequeña alacena oriental: aceite de ajonjolí, soya, vinagre de arroz y mirin. Indispensable un buen vinagre de vino tinto o jerez, mostaza de Dijon -una cucharadita hace maravillas por cualquier salsa con queso- y salsa picante, como Tabasco o Frank's. Hay que invertir en un buen aceite de oliva para consumir en crudo y en otro menos...

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