Microbús / ¡Mi dulce señor!

En estos días de profunda reflexión, no sólo cristiana sino también patriótica, quisiéramos, desde lo más profundo de nuestros atribulados y por qué no decirlo, desde el centro mismo de la cancha de nuestros desorientados corazones, que nos despejaras, cual celestial portero Chiva, algunas dudas que nos ponen en alma, el espíritu y el cuerpo, en franco fuera de lugar:

¿Por qué siempre que estamos a punto de alejarnos de las asfixiantes garras del tercer mundo, para ingresar ahora sí al acogedor seno del primero... invariablemente algo falla, algo nos sale mal, y nos quedamos peor de como estábamos unos minutos antes?

¿Por qué, mi dulce Señor, cuando la abundancia petrolera está a un tris de instalarnos como candidatos seguros a ingresar en la LF (Lista Forbes)...algo inexplicable sucede y nos quedamos como el chinito "nomás milando", o como el indito "chiflando en la loma"?

¿Por qué cuando apenas estamos organizando la coperacha para alivianar la deuda externa... siempre de los siempre acontece algo inesperado y así, de la nada, aparecen monstruos como el Fobaproa (hoy IPAB), con lo que la deuda deja de ser recurrente para convertirse en, ahora sí, súper-archi-buti-ultra-mega-recontra eterna?

¿Por qué cuando todo parece marchar a la perfección en lo financiero...por angas o por mangas se presenta algún imprevisto (la súbita caída del en las ventas del Pelón Pelo Rico en Estambul, por ejemplo) y nuestra débil economía entra en una crisis más feroz que el Lobo de Caperucita - y con ella todo el país -?

O en su defecto, acláranos algo:

¿Estamos condenados a vivir una crisis recurrente al principio y/o al final de cada sexenio (con todo...

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