Microbús / ¿Y qué culpa tienen las pirámides?

Como ya podrían haber entendido los virtuales lectores de esta columna, el microbús que le da título igual sirve para un barrido que para un fregado, o, dicho de otra manera, no tiene ruta fija y está al servicio de lo que la ilustre ciudadanía vaya solicitando. Sin embargo, déjenme decirles en mi calidad de conductor titular de esta nave urbana que hay de solicitudes a solicitudes y que no todas pueden ser atendidas. Por razones de trabajo o por cuestiones que tienen que ver con la decencia y el sentido del ridículo, hay cosas que nomás no. Les pongo un ejemplo que me parece muy oportuno. Estamos a punto de que llegue a nuestras tierras la primavera. Me parece muy bien; la primavera es el tiempo de la resurrección, del florecimiento, del reencuentro con el amor; es una fiesta que nos ofrece el Universo; es el tiempo de crear, de procrear, de imaginar y de volver a inventar la belleza. Es (o debería ser) el tiempo de la paz que, hoy en México, tiene un nombre muy claro: Chiapas. Por supuesto que yo estoy de acuerdo con todas estas felicidades que nos caen del cielo y, de hecho, me dispongo a colaborar en tan gratas tareas. Cuando comienzo a fruncirme es cuando llega un grupo de mexicanos levemente pirados y me anuncia que pertenecen a la divina orden tibetana-tenochca de heraldos herméticos del quinto sol. Por nombre no queda y allá ellos y sus locuras; venturosamente en este país todavía los individuos pueden escoger sus modos de locura. El problema no es ése; el problema real y grave es que quieren contratar el microbús para que los traslade a Teotihuacán pues quieren amanecer en el pináculo de la Pirámide del Sol y saludar a la primavera con rituales, con danzas, con cánticos. La idea no es tan mala; lo grave es que ya se le ocurrió también a otro millón de tenochcas que pertenecen a grupos igual de extravagantes y que comparten la teoría de que sólo trepados en Teotihuacán lograrán ingresar en "la octava puerta del quinto sol, del tercer nivel en conjunción con Plutón y la estrella Polar". No, pues a toda madre. Lo más grave del caso es que no admiten ni consejos, ni, mucho menos, bromas. Según ellos, se trata de teorías comprobadamente científicas y pobre de aquél que no esté en el amanecer de la primavera, vestido de blanco, purificado del...

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