Micheladas y vecinos: una mezcla que pega

AutorRolando González

La Bartola es insoportable. Vecinos de la esquina de Obregón y Francisco González, en el oriente de Guadalajara, ya no aguantan la música a todo volumen, las banquetas llenas de coches y el relajo que provoca, pero no es la única.

Es la "micheladería" La Bartola que ya tiene hartos a los habitantes de la zona, porque mientras todos sus invitados se divierten, bailan y beben al ritmo de banda, los que viven en las cercanías no logran pegar las pestañas sino después de las 3:00 de la madrugada.

Una simple mezcla de salsas, limón y cerveza es la fórmula de una bebida llamada michelada, que desde hace unos dos años se ha puesto de moda en la zona metropolitana de Guadalajara, lo que se ha traducido en una proliferación de expendios de este elixir.

En prácticamente todas las zonas de la Ciudad han brotado este tipo de negocios que no necesitan más que un refrigerador y una pequeña barra para operar como "micheladería".

Hace sólo una semana, el sábado 24 de julio, en el exterior de este negocio, un hombre recibió un balazo y una puñalada, y otros tres varones resultaron lesionados al pelearse con varios desconocidos por roces en un antro.

Raquel Huerta, una mujer adulta, vecina del establecimiento, aseguró que por su calle hay poca vigilancia policiaca.

"Ese día de la balacera nomás corrimos a la ventana, nunca había pasado nada; vea, ahí se ven todavía las gotas de sangre", narró Huerta, "ahí tiene que abrieron como un año apenas (la micheladería), antes era una casa toda vieja y luego vendían coches, pero la molestia (ahora) es el ruido porque no dejan dormir, el baile se pone a todo lo que da, cuando no traen banda en vivo, ponen luz y sonido, y pues es la pura reja, todo se oye".

Carmen Moreno, otra habitante entrevistada, señaló que los pleitos que generan los clientes briagos que frecuentan las micheladas, les impiden deambular con tranquilidad.

"Aquí la banqueta se nos llena de carros, y por supuesto, no sobran los maleantes que se vuelan los espejos, estéreos, antenas; más aparte, a veces que uno llega tarde de alguna reunión, se tiene que andar cuidando las espaldas para entrar a su casa; y si ya con la música no nos dejan dormir, también se agarran gritando 'córrele que te vamos a mad...', y las corretizas, los arrancones (de los autos)", apuntó Moreno.

Las molestias que provocan las "micheladerías" pueden pasar a verdaderos daños al patrimonio de los vecinos, al depreciar el valor de los predios contiguos ya que a poca gente le...

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