México Channel / Como en el primer día del paraíso

AutorHarry Möller

A las 7 de la mañana el aspecto de la gran laguna no era precisamente maravilloso. Toda la vista estaba estorbada por una cortina gris de neblina procedente del mar. Además hacía frío. Pensamos que tal vez más tarde se despejaría el paisaje, y para hacer tiempo buscamos dónde desayunar entre los muchos restaurantes y fondas que se alinean junto al agua de la orilla. Solamente uno estaba abierto.

"Es que es muy temprano", nos dijo en tono de disculpa la dueña de la fonda. "Ahorita sólo les puedo ofrecer café y unos tacos de camarón, pero pica un poquito porque está enchipotlado, y si gustan hay un poco de frijoles negros de la olla, con epazote".

Estábamos en la laguna de Tamiahua, en Tamaulipas, y lo bueno del lugar es que podíamos sentarnos frente a laguna, con un panorama de 180 grados de agua y neblina. Ésta empezó a dejar pasar algunos rayos de sol que abrillantaron la niebla, la hicieron resplandecer como plata pulida, y pronto desapareció el cortinaje gris para dar paso a un ardiente disco solar que se duplicaba en el espejo acuático.

Para entonces, consumido el desayuno, ya disponíamos de una de las lanchas con motor fuera de borda empleadas para la pesca, gasolina a bordo, tres kilos de tortillas, un puñado de limones, refrescos y, lo mejor de todo, un capitán de navío y un guía, dos muchachos reclutados por doña Gertrudis, la fondera, entre sus propios hijos. Imposible mayor diligencia en sólo una hora.

Teníamos por delante unos 100 kilómetros de recorrido hasta el extremo norte, el canal de Chijol que el Presidente Benito Juárez ordenara abrir en 1830 para comunicar este cuerpo de agua con el...

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