México para beber

WINE GEEKS BY CMB*

Nuestro país posee uno de los mayores y más fascinantes compendios espirituosos del planeta.

Bacanora, charanda, comiteco, tequila, mezcal, sotol, raicilla y un sinfín de variedades locales ofrecen terruño, tradición, cultura y riqueza de materias primas en cada sorbo

CHARANDA

Desde 2003, el destilado producido con guarapo (jugo), piloncillo o melaza de caña de azúcar, en los 16 municipios que integran Uruapan, cuenta con Denominación de Origen.

Este ron mexicano, por así decirlo, se diferencia por su elaboración con caña de altura; altitudes mayores a los mil 800 msnm derivan en concentraciones mucho más amplias de azúcar, lo cual se traduce en "cierto carácter abocado".

La charanda blanca ofrece tonos de piña horneada y carambolo, recuerdos de frutas exóticas, mango y flores silvestres. Las variedades envejecidas, generalmente en roble impregnado con bourbon o jerez, y siempre por sistema de soleras, brillan por sus notas de frutos secos, caña cocida, vainilla y coco tostado.

En Ziracuarétiro, municipio productivo, el cultivo se trabaja en bloques: se cosecha una parcela, otra se planta y otra se quema.

En su producción es posible hallar dos grandes polos: la hecha de melaza con destilación fraccionada, en columnas, y la de guarapo, destilada en alambiques de acero o cobre.

EL TARASCO GRAN RESERVA AÑEJO

Materia prima: Caña de altura

Región: Uruapan, Michoacán

Caoba, aceitoso y brillante. Aromas de caña cocida, dátiles, duraznos en almíbar y frutos secos, fondo de vainilla. Sutil y elegante, textura untuosa y placentera.

$529 en Liverpool

COMITECO

A pesar de tener aromas y sabores similares, es imposible clasificarlo a la par de tequila, bacanora, mezcal... Pues este espirituoso chiapaneco no se destila de cabezas cocidas y molidas de agave, sino del aguamiel fermentado.

Su producción está profundamente cimentada en la extracción de savia del corazón vivo del maguey comiteco (A. americana L.). Nativo del municipio de Comitán de Domínguez, este agave ha sido usado desde tiempos prehispánicos: los tojolabales lo consumían mucho antes de llegar los españoles y, en el siglo 16, con el arribo de los frailes dominicos y el alambique, comenzó a destilarse.

La savia se fermenta y destila en alambique de cobre, generalmente calentado con leña de roble. El aguardiente nuevo se reconoce por sus aromas de agave verde, aceitunas, flores de manzanilla y acacia, así como por su gran cuerpo, sabores herbáceos, cítricos y delicados...

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