El método de la hermana Consuelo

AutorMartha Martínez

Foto: Velia De La Cruz

Defensora de derechos humanos y monja, Consuelo Morales es una de las principales artífices de un modelo de búsqueda, localización e identificación de personas reportadas como desaparecidas único en México.

El modelo impulsado por Morales y Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (CADHAC) -organización que fundó y dirige- está por cumplir dos años de implementarse en Nuevo León, y ha alcanzado una efectividad cercana al 90 por ciento.

Las cifras no mienten: entre marzo de 2014 y marzo de 2015, se reportaron mil 602 personas desaparecidas en Nuevo León, de las cuales mil 407 fueron localizadas. De ese número, 97 por ciento fueron encontradas con vida.

Oriunda de Monterrey, la hermana Consuelo, como pide que la llamen, dice que hasta el año pasado estaba segura de que en Nuevo León las desapariciones forzadas se terminarían; no obstante, con la llegada de la nueva administración duda que eso ocurra.

La religiosa advierte que el gobierno encabezado por Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, comienza a dar muestras de que el tema de las desapariciones forzadas no es su prioridad.

Ejemplo de ello, indica, es que la Procuraduría estatal ya comenzó a violar el Protocolo de Búsqueda Inmediata. A decir de la hermana Consuelo, a CADHAC ya llegó el primer caso en el que la autoridad local ha dejado pasar más de dos semanas para entrar en contacto con la familia de la víctima, a pesar de que el Protocolo establece que esto debe ocurrir en las primeras 72 horas.

De monja a defensora

Hija de un ferrocarrilero y de una comerciante, Consuelo se reveló a su familia para poder ser monja. Su madre, quien tuvo que hacerse cargo de sus tres hijos tras la muerte de su esposo, buscó de todas las formas posibles evitar que su única hija -la mayor de los hermanos- se convirtiera en religiosa: le compraba ropa, la envió a Canadá a estudiar inglés y le advirtió que la sacaría de cualquier congregación a la que ingresara antes de cumplir la mayoría de edad.

A pesar de la negativa de su familia, a los 21 años ingresó a la congregación de las Misioneras Catequistas de los Pobres. Una de sus primeras experiencias fue con campesinos de la Sierra de los Tuxtlas, Veracruz.

Tras un par de años de apoyar a indígenas, viajó a la Ciudad de México y trabajó en una Casa Hogar para Niñas, del DIF; estudió una licenciatura en Trabajo Social, realizó sus prácticas profesionales con mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar en Ciudad Nezahualcóyotl, y laboró en el Instituto Nacional Indigenista.

Mientras estudiaba y trabajaba, la hermana Consuelo ingresó a una congregación más laica, abierta y activa: la de Notre Dame, Canónigas de San Agustín. Fue en esta hermandad donde encontró el camino que ha andado en los últimos 24 años.

La congregación la envió a colaborar...

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