Meten un golazo con naturalizados

Mientras futbolistas como Cristian Pellerano, Matías Britos y Fidel Martínez concluyeron en unos meses su proceso para naturalizarse mexicanos, luego de residir dos años en México, hay otros extranjeros que tardan hasta 5 años.

El manejo de estos trámites por parte de la Cancillería es discrecional y suele agilizar los casos de futbolistas, artistas y otros profesionales, asegura la organización defensora de los derechos de migrantes Sin Fronteras.

En el caso de los jugadores de futbol se ha registrado un boom de naturalizaciones.

Treinta de los 43 futbolistas extranjeros naturalizados mexicanos en la última década lo hicieron entre 2013 y 2014, cuando la Liga de Futbol eliminó la cuota máxima de jugadores "no nacidos en México".

Para naturalizarse, la legislación exige dos años de residencia en el País a quienes provengan de América Latina, tengan hijos mexicanos, presten "servicios destacados" o contraigan matrimonio con un nacional.

Aunque la SRE asegura que las cartas de naturalización se otorgan en tres meses en promedio, la organización ha documentado que el trámite de un extranjero común y corriente tarda de 6 a 8 meses.

Incluso, hay casos que tardan mucho más: la argentina Lucía Peirone, tardó 5 de los 16 años que tiene de vivir en el País en obtener la nacionalidad mexicana por naturalización.

La Secretaría de Relaciones Exteriores sabe meter goles a la hora de naturalizar a futbolistas extranjeros.

En los dos últimos años, luego de que la Liga Mexicana de Futbol eliminó la cuota máxima de jugadores "no nacidos en México", 30 profesionales del balompié obtuvieron la ciudadanía mexicana en menos de un año de trámites.

Ejemplo de ello son los casos de argentino Cristian Pellerano, el uruguayo Matías Britos o el ecuatoriano Fidel Martínez, quienes llegaron al País en 2012 y obtuvieron su carta en diciembre pasado.

En cambio, otros extranjeros y refugiados han tenido que esperar años o recurrir a juicios para obtener el beneficio, debido a la discrecionalidad y burocracia con la que se conduce la dependencia, de...

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