La metafísica modal de Leibniz: su fundamentación de la contingencia hacia 1686 y su concepción integral de madurez.

AutorEscobar Viré, Maximiliano

Resumen: Si Dios es la razón suficiente del mundo, entonces parece seguirse que todos los eventos son consecuencia necesaria de un ser necesario. Para evadir esta conclusión, Leibniz formula en la década de 1670 una concepción modal que funda la contingencia en un rasgo lógico e intrínseco de las ideas de las cosas: la posibilidad de concebir la idea contraria sin contradicción. Hacia 1686, Leibniz complementa esta primera concepción con lo que considera su solución definitiva al problema de la contingencia: la teoría del análisis infinito. Sin embargo, en otros escritos de ese año, propone dos vías alternativas de fundamentación de la contingencia. Este trabajo sugiere que esa pluralidad de modelos explicativos converge en una concepción integral de las modalidades que subyace como trasfondo de la reflexión modal leibniziana.

Palabras clave: modalidades aléticas, necesitarismo, esencias, nociones de sustancias individuales, decretos divinos primitivos

Abstract: If God is the sufficient reason for this world, then it seems to follow that every event is a necessary consequence of a necessary being. In order to avoid this conclusion, Leibniz states, during the 1670's, a modal conception that grounds contingency on a logical feature which is intrinsic to the ideas of things: the possibility of conceiving the opposite idea without contradiction. Towards 1686, Leibniz complements this first conception with what he considered to be his definitive solution to the problem of contingency: the theory of infinite analysis. However, in other writings from the same year, he proposes two different ways to explain contingency. This paper suggests that this plurality of models converges in a global conception of modalities, which lies at the background of Leibniz's modal thought.

Key words: alethic modalities, necessitarianism, essences, notions of individual substances, primitive decrees of God

  1. Introducción

    En 1686 Leibniz declara haber resuelto una aporía en cuyo estudio había permanecido largo tiempo irresuelta: la diferencia entre proposiciones necesarias y contingentes. La solución planteada es la que se conoce como su teoría del análisis infinito. Con ella, Leibniz pretende haber alcanzado, a sus cuarenta años, la solución definitiva a lo que puede denominarse el problema de la fundamentación de la contingencia en su filosofía. Dicho problema ha sido estudiado con creciente atención en las últimas décadas por diversos investigadores no sólo por su interés en relación con la lógica modal contemporánea, sino también por sus implicaciones para la metafísica leibniziana y sus compromisos religiosos. (1)

    Ahora bien, los escritos leibnizianos de 1686 revelan que su posición sobre la contingencia no es unívoca, sino que presenta una pluralidad de vías arguméntales que, aun cuando diversas, parecen converger en una visión integral de fondo. El problema es que tales vías arguméntales alternativas introducen una tensión en la determinación de la verdadera raíz de la contingencia. En efecto, tanto en el Discurso de metafísica como en la correspondencia con Arnauld, Leibniz defiende la contingencia de las verdades de hecho sin apelar al carácter infinitamente analizable de las proposiciones que las expresan. (2)

    El objetivo de este trabajo será poner en evidencia esa tensión mediante la detección precisa de las vías alternativas de justificación de la contingencia que Leibniz ofrece hacia 1686, y con la propuesta de una interpretación del modo en que esa tensión parece resolverse o disiparse en el pensamiento leibniziano de madurez. En tal sentido, se partirá de una reconstrucción analítica del modo en que se plantea el problema de la contingencia en la filosofía de Leibniz durante la década de 1670. Después se mostrará que, en diversos escritos de 1686, Leibniz caracteriza las proposiciones contingentes no sólo por su analizabilidad infinita, sino también por su referencia a sustancias existentes en un tiempo determinado y por su dependencia respecto de la voluntad divina. Éstos son los rasgos que entran en tensión en su fundamentación de la contingencia. Finalmente, se argumentará que, en el pensamiento leibniziano de madurez, estos rasgos diversos parecen confluir en una concepción integral de las modalidades. En tal concepción, Leibniz privilegia la analizabilidad infinita como rasgo distintivo o condición suficiente para caracterizar las proposiciones contingentes dado que ella fundamenta la posibilidad de la proposición contraria. Sin embargo, en su metafísica madura, las proposiciones verdaderas infinitamente analizables parecen ser únicamente las que se refieren a nociones de sustancias existentes, cuyos predicados implican circunstancias de espacio y tiempo. Asimismo, el enlace entre sujeto y predicado en tales proposiciones presupone necesariamente ciertos decretos divinos.

  2. El problema de la contingencia en Leibniz

    Desde su juventud, Leibniz se interesó en explicar las nociones modales aléticas, aunque no como un tema aislado, sino más bien por su estrecha conexión con problemas de orden teológico-fílosófíco a los que le urgía dar respuesta. Como ha señalado Robert Sleigh, en el contexto intelectual germano del siglo XVII el tema general de la dependencia de las criaturas respecto de Dios, la predestinación, la providencia y la justicia divina, configuraba el difícil tablero para la reflexión que oponía la libertad a la predeterminación de los actos humanos. (3) Una lectura cuidadosa de los escritos leibnizianos, tanto de juventud como de madurez, revela que el problema de conciliar la libertad humana con la omnipotencia y la omnisciencia divinas constituyó el terreno teórico y problemático en el cual cobraba sentido la tarea de clarificar la noción de contingencia y fundamentar su atribución a las cosas y los eventos del mundo creado. (4)

    Según su propio testimonio, Leibniz se interesó desde los diecisiete años en la problemática del destino y la libertad a partir de la lectura del De servo arbitrio de Lutero. (5) Sin embargo, el primer texto leibniziano sobre este problema que se ha conservado es un manuscrito de 1670-1671 redactado en alemán que se titula Von der Allmacht und Allwissenheit Gottes und der Freiheit des Menschen. (6) En tal escrito, Leibniz pone ya en práctica una estrategia argumentai que habría de perdurar en toda su obra posterior y que consiste en proponer una definición de las categorías modales como vía para evitar las consecuencias presumiblemente fatalistas o necesitaristas derivadas de la caracterización de Dios como ser omnisciente y omnipotente. Así, frente al sophisma que pretende inferir el carácter necesario de los eventos y los actos humanos a partir de la previsión divina, (7) Leibniz intenta precisar la noción de posibilidad para mostrar que tal previsión no vuelve imposibles los acontecimientos que no sucederán. (8)

    Leibniz tenía un buen motivo para emplear esta estrategia argumental: su aceptación del principio de razón suficiente (PRS). En el escrito mencionado, tal principio opera ya en el esbozo de una metafísica que, en última instancia, convierte a Dios en la razón de por qué existen las cosas y son como son (pudiendo haber sido de otro modo). (9) En un texto escrito entre 1671 y 1672, Leibniz define la noción de razón suficiente como "aquello que, una vez dado, la cosa existe", y define también la noción de requisito como "aquello que, si no es dado, la cosa no existe". (10) Esto lo lleva a identificar la razón suficiente con la totalidad de los requisitos de una cosa. (11) Para Leibniz, todo debe reducirse a una razón suficiente, incluso los actos de la voluntad, que no están exentos de esta regla. (12) Ahora bien, si la razón suficiente es la totalidad de los requisitos de un ente, y Dios es la razón suficiente de "la serie" de entes existentes, parece legítimo inferir que, dada la necesaria existencia de Dios, sólo puede seguirse la necesaria existencia de los entes y los sucesos del mundo actual.

    Leibniz había afirmado esta consecuencia necesitarista ya en 1671, en la conocida carta a Magnus Wedderkopf, en la que incluso acepta un Dios personal, dotado de voluntad para elegir cuáles cosas crear, entre las infinitas cosas posibles concebidas en su entendimiento. (13) Sin embargo, su concepción de la voluntad en esa época seguía estrictamente el paradigma intelectualista, en la que se subordina toda elección de la voluntad a la consideración intelectual del bien. (14) De ello podía inferirse que Dios, en razón de su omnisciencia, estaba "necesitado" a elegir lo mejor, por lo cual, en definitiva, la existencia de este mundo resultaba necesaria. (15) Esto se debe a que un ser omnisciente no puede errar en su consideración de lo mejor, (16) y la voluntad no es indiferente, sino que quiere lo que el entendimiento juzga óptimo. Por lo tanto, resultaba imprescindible para Leibniz encontrar una vía argumentai que permitiera conservar la concepción teísta de un Dios omnisciente, omnipotente y absolutamente bueno, y evadir la consecuencia relativa a la necesidad de la existencia del mundo actual.

    En la Confessio philosophi escrita entre 1672 y 1673, Leibniz intenta solucionar este problema a partir de su primera explicación de las modalidades aléticas. La reflexión leibniziana no partía de un vacío conceptual en este punto. Como bien explica Heinrich Schepers, Leibniz heredó por su formación en el contexto de la escolástica alemana del siglo xvii una clasificación lógica de las nociones modales que tenía la peculiaridad de adoptar una interpretación "moderna" del término contingens. Éste no se consideraba equivalente a possibile, sino su opuesto subcontrario. De este modo, lo contingente se concebía como lo que no es necesario, o bien como lo que, siendo verdadero, podría no serlo. En tal sentido, la noción de posibilidad se reservaba para lo que no es imposible. Esta clasificación se encuentra en Leibniz desde sus escritos jurídicos de 1669 y 1671, (17) y en ella...

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