Su meta va lejos: cambiar destinos

AutorDaniel Santiago

En esta pequeña ciudad, cientos de familias transforman sus vidas.

Muy cerca del casco histórico de Guadalupe está la Ciudad de los Niños, A.B.P., complejo educativo que durante seis décadas ha unido a los regios en torno a la educación y el futuro de la niñez de escasos recursos.

Fue el 20 de septiembre de 1951 cuando el Padre Carlos Álvarez Ortiz recibió a los primeros pequeños en un lugar pensado en aquel entonces como orfanato, pero que a partir de 1986 redireccionó su vocación a la tarea de formar individuos y familias no sólo en lo académico, sino también en el aspecto humano y espiritual.

Hoy es un plantel en donde el modelo educativo exige que el niño no sea el único que asiste al aula. Sus padres también.

Cientos de jóvenes que en su infancia jugaron en sus extensas áreas verdes (son 16 hectáreas de terreno), hoy son profesionistas que buscan la superación y que han obtenido becas en las principales universidades del País, aseguran sus directivos.

De acuerdo con la institución, que desde el 2008 cuenta con una unidad en la Colonia Gloria Mendiola, en las faldas del Cerro del Topo Chico, el 86 por ciento de sus egresados ha terminado su carrera profesional.

"Me doy cuenta de que cada actividad que hacía aquí fue dejando una enseñanza que luego te sirve para tu trabajo y la vida", comenta Emmanuel Estrada, ex alumno, licenciado en Lingüística Aplicada y directivo en la misma Ciudad de los Niños.

En el complejo ubicado en Guadalupe se imparten primaria, secundaria y preparatoria técnica, mientras que en el del Topo Chico, un edificio pequeño, preescolar y primaria.

En total son cerca de mil 400 niños y niñas cuyos padres adquieren el compromiso de tomar cursos y talleres sobre formación humana y familia, comenta Antulio González.

"Más que inscribir alumnos, inscribimos familias", dice el director general.

La formación espiritual está a cargo del Opus Dei, cuenta el directivo, pero el ser católico no es un requisito para ser aceptado.

Para Gloria Rodríguez Flores, quien tiene dos hijos en esta institución, la instrucción que recibe le ayuda a tener una mejor comunicación con ellos.

"Como familia creo que nos hemos educado y nos llevamos mejor; los cursos nos han ayudado mucho. Conforme pasan los años nos dan cursos según la etapa de nuestros hijos", cuenta.

"Los cursos nos hacen entender por qué los cambios de ellos y cómo debemos tratarlos".

APOYO A SU CAUSA

La inclusión de los padres de familia, el servicio de comedor, el transporte...

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