El mensaje del jaguar

AutorEsther Díaz

Fotos: Patricio Robles Gil

Pocas veces el mecanismo de una cámara se activó para dejar tantos interrogantes a su paso.

Tras fotografiar a 40 jaguares y tener 185 encuentros con ellos en el Mato Grosso brasileño, Patricio Robles Gil, uno de los mejores fotógrafos de naturaleza del mundo, dudaba entre exhibir los momentos más íntimos de estos animales y exponer al lugar a la llegada del turismo.

Mientras sostenía su propio debate interno, una carpeta con las imágenes descansaba en su computadora. A veces la abría y las revisaba. Otras veces, los más afortunados las veían junto a él y se encontraban de frente con la mirada del jaguar.

"La naturaleza es como entrar a un gran templo, y la pregunta es si estamos preparados para tener esa comunión con ella. Se trata de cruzar la línea, de una falta de respeto a la Tierra", asevera Robles Gil.

Finalmente, una decisión: publicar 25 imágenes en una galería de arte del DF para denunciar el acoso de todos los que buscan apasionadamente los encuentros silvestres.

El camino de las dudas de alguien dedicado de lleno a la conservación no termina aquí. No obstante, esta vez se impuso el privilegio de poder admirar a este emblema de la naturaleza en su estado más puro.

BELLEZA BICOLOR

Cuando las fotos de jaguares en vida silvestre eran aún muy escasas, Robles Gil se embarcó rumbo al Mato Grosso en una travesía que duraría más de lo que él había considerado.

Su primera estancia, en julio de 2010, es definida por él como frustrante porque no consiguió el material que esperaba. Dejar los pensamientos rutinarios a un lado y estar con todos los sentidos puestos en ver, admirar y fotografiar jaguares no era tan sencillo.

Por eso regresó en septiembre, pero tampoco fue suficiente. Así, en 2011 volvió tres meses a trabajar de manera diferente. En sus expediciones previas, el viaje se hacía en embarcaciones a motor que se comunicaban por radio para avisar de cualquier avistamiento a lo largo del río. Esta vez prescindiría de ello.

"No quería estar dependiendo de que me avisaran o no de que habían visto algún jaguar. Quería tener ese encuentro íntimo yo sólo", explica.

Con una mejor comunicación con su lanchero para poder virar la barca rápidamente y encontrar el ángulo justo para tomar la foto, la expedición consistió en cientos de horas de espera (a veces eran necesarias 10 horas para encontrar un jaguar) a cambio de múltiples recompensas.

"Puedes ver todo su ciclo de vida. Y todos los días algo me sorprendía"...

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