LA MENOR IMPORTANCIA / Ilusiones

AutorJosé Israel Carranza

Del sonado caso de la #LadyProfeco, la estupidita y prepotente hija de funcionario que mandó clausurar el restaurante donde se emberrinchó porque tardaban en darle mesa, se pueden desprender varias reflexiones acerca del efecto que, sobre la vida en sociedad, aparentemente tiene la creciente velocidad con que se difunde la información, pero también acerca de las construcciones culturales que van elaborándose al respecto. Entre los hechos y sus apariencias, como sabe cualquier ilusionista, hay un margen amplio para la incertidumbre y la desprevención, y de quedarse en ese margen se corre el riesgo de flotar cada vez más irremediablemente en el malentendido.

Por ejemplo, el episodio en cuestión sugiere que ahora, como nunca antes, es imposible que nada se sepa: muy pronto se conoció el desfiguro de la cretinita y de su venganza -ayudó que estuviera conectada e informando de su ubicación y de su disgusto, pero aunque ella no hubiera tuiteado alguien más lo habría hecho: iba a saberse de cualquier modo-, y también pronto el escándalo se viralizó, como se dice, y, por la repercusión que alcanzó, hasta el Presidente de la República se sintió llamado a mostrarse al tanto y a anunciar que tomaría medidas (dizque). La moraleja que tiende a desprenderse de la apariencia de los hechos está formulada en términos justicieros: no puedes cometer ninguna fechoría fuera del ojo vigilante que nos facilitan los nuevos medios, cada vez tendrás más difícil quedar impune, de todo nos vamos a enterar. En la serie "House of Cards", lanzada hace poco como una innovadora forma de televisión y en cuya historia se desliza una...

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