La menor importancia / Ibargüengoitia

AutorJosé Israel Carranza

Al final de la película "Salón México", de 1948, vemos al policía noble (interpretado por ese prodigio que era Miguel Inclán) prender un cigarro, lanzar al cielo una mirada cargada de misterio y, por último, meterse al tugurio, cuya entrada la preside un cuadro con la bandera. No sabemos qué irá a pasarle, luego de tantas desventuras. ¿Seguirá siendo honrado? ¿Se ha resignado a corromperse? Mientras, suena el «Danzón Juárez»: «Juárez no debió de morir, / ¡ay!, de morir...», y luego los versos tautológicos: «Porque si Juárez no hubiera muerto / todavía viviría», más famosos que los que siguen: «otro gallo cantaría, / la Patria se salvaría, / México sería feliz».

Siempre me ha gustado esa suposición descabellada, al margen de que Juárez haya o no debido ser eterno -un amigo mixe me ha hecho ver cómo en gran medida los pueblos indígenas lo tienen por un traidor-; creo que ejemplifica óptimamente cómo fraguamos nuestras esperanzas: del modo más insensato. He estado tarareando ese danzón estos días porque una esperanza parecida (inservible, defraudada para siempre porque pide que no se hubiera muerto alguien que ya se murió) ha sido coreada por muchos que recuerdan a Jorge Ibargüengoitia como, justamente, alguien que no debió morir. ¡Lo que estaría escribiendo!, se repite, ¡cómo estaría...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR