La menor importancia / Una de espías

AutorJosé Israel Carranza

Para ser en verdad buena, una novela o una película de espías necesitan tener espías muy inteligentes: escurridizos y dotados de una astucia gracias a la cual su trabajo no se vea impedido por la discreción extrema que deben guardar (discúlpese la obviedad, pero luego en lo más obvio es en lo que menos pensamos). Conviene, también, que, por aviesos que sean sus fines, el espía estrella sea encantador: no sólo podrá así prosperar en su misión, granjeándose la ayuda de los ingenuos que vaya engatusando a su paso, y hasta de sus enemigos, sino que los lectores estaremos de su lado, de tan adorable que nos parezca.

Si en una novela o en una película el espía principal es tonto, lo que tenemos es una farsa. Si es un malvado odioso, lo que hay es un drama, pues nadie va a acabar contento -y muchas veces ser malvado es equivalente de ser estúpido, como suele probarlo el hecho de que rara vez los malos ganen, pues encima lo normal es que tengan mala suerte-. En México, la burda trama de espionaje que está desarrollándose por estos días consiste en una mezcla de farsa y drama, pues el espía no sólo es perverso, sino además tonto, y la situación es tan ridícula y risible como trágica y funesta. Por si nos faltaran motivos para la esquizofrenia nacional.

La exhibición del espionaje que el Gobierno...

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