La menor importancia / Empanadas

AutorJosé Israel Carranza

¿Ya es Semana Santa otra vez? Qué difícil se ha vuelto remontarse sin asombro a lo ocurrido desde marzo de 2020. La memoria del silencio que se intensificó en los días santos de hace un año parece demasiado cercana como para ser de verdad memoria: más bien parece ilusión. Desde los primeros confinamientos, el tiempo adquirió una elasticidad misteriosa, mientras se imponían sobre nuestras vidas aquel silencio expectante y temeroso, aquel detenimiento casi absoluto de las cosas, el vaciamiento inaudito de las calles y la certeza de que la humanidad, en su mayoría, se había recluido mientras el virus empezaba a campear por las ciudades que sólo compartía con los pájaros. Los días seguían agostando el calendario, pero ¿a qué velocidad? En algún punto, perdimos la facultad que nos permitía hacernos una idea suficiente de esa velocidad. Y no hay muchas razones para asegurar que este Jueves Santo no sea el mismo al que ya no pudimos asomarnos en ese supuesto 2020.

Lo que voy a decir podrá sonar ridículo a estas alturas, pero quizá también podríamos revisar la vigencia de las nociones de ridiculez que teníamos antes de la pandemia. Estos días he caído en la cuenta de que la primera señal que juzgué irrebatible de que la cosa iba en serio fue la noticia de que no habría empanadas en la vivencia...

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