LA MENOR IMPORTANCIA / Emblema

AutorJosé Israel Carranza

El nombre lo recuerda claramente: la razón principal de que, hace 12 años, se decidiera erigir la escultura gigantesca de Sebastián en la glorieta de las avenidas Lázaro Cárdenas y Mariano Otero, fue el afán de marcar así la llegada del tercer milenio a Guadalajara (o la llegada de Guadalajara al tercer milenio, quién sabe cómo entenderán estos "acontecimientos" los funcionarios que dicen dónde se ponen las cosas y que saben mejor que sus gobernados lo que hace falta y por qué).

El 25 de marzo de 1999, Francisco Ramírez Acuña, Alcalde tapatío que para ese momento iba ya metiendo tercera para llegar a ser Gobernador, confirmó la noticia a MURAL -desde París: se le daba mucho eso de las giras-, y por lo visto él entonces pensaba en una como puerta para la Ciudad, erigida, además, en el entorno de una plaza: "Se llamará la Plaza del Tercer Milenio. Esta puerta en forma de arcos estará iluminada y se verá desde los principales puntos de entrada a la ciudad de Guadalajara", dijo, y quién sabe qué se figuraría en su cabecita loca. La nota de ese día consigna un buen puñado de ocurrencias que traían en mente el Alcalde milenarista y su "maistro" de obras Claudio Sáinz David: se proponían también encargarle obra -puertotas esculturales y monumentales, se entiende- a Juan Soriano, para la Barranca de Huentitán; a Fernando González Gortázar y a Julio de la Peña, y también mandar a hacer estatuas para honrar a la Enfermera, a Álex Lora y al Escuadrón 201, esta última en el Planetario Severo Díaz Galindo (en lugar de, por ejemplo, resanarle las goteras o "desenzacatarlo" tantito).

De esos sueños, el...

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