LA MENOR IMPORTANCIA / Cuernitos

AutorJosé Israel Carranza

Los coches disfrazados de reno... Aunque instintivamente los encuentro inadmisibles, soy de la idea, más bien ociosa, de que todo encontronazo con la perplejidad obliga a buscar explicaciones. Así, hay que aventurar algunas para estos adefesios móviles que van multiplicándose estos días, creo que he visto menos que el año pasado, pero igual irán proliferando conforme las plazas comerciales se atesten, las posadas, los convivios y los brindis nutran la nota roja, las calles vayan volviéndose ríos de neurosis y odio y los aguinaldos vayan alimentando las hogueras en que arden la culpa, el compromiso, el chantaje emocional y la mera insensatez.

Primera explicación, y la más plausible: quien decide decorar así su vehículo (preferiblemente si es camioneta), colocándole cojines dentados y enhiestos a modo de cuernitos, además de un círculo de tela roja en la fascia -la "nariz", se supone, en señal de que el "reno" tal ha de ser Rodolfo, que entre las nueve bestias de Santa Clos se distingue por esa coloración sanguínea y, parece, luminiscente: con ella guía a la manada en las tormentas de nieve (hay que ser muy ocioso para saber esto)-, quien decide comprar el kit en un semáforo e instalarlo en la camioneta, lo hace para alegrar a los niños que ahí transporta. Puede ser, pero todo niño se alegrará de cualquier modo (y mejor) con recibir en Navidad cualquier porquería más durable que el adornito en cuestión. La segunda explicación es que, haya niños o no, con el disfraz se pretende anunciar al mundo lo contento que se está y lo feliz que se es por la temporada.

Quienes proceden por...

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