La menor importancia / Músicas

AutorJosé Israel Carranza

Si algo nos gusta, parece inevitable querer que a los demás también les guste. Por ejemplo, la música: encontramos imposible que nadie más halle contento en la que nos regocija, y, paradójicamente, sólo de modo excepcional nos deleitaremos con las preferencias que se nos ofrezcan. O que se nos impongan. Quien ha dispuesto que ahora suene, en el café donde escribo, una baladita guanga y gangosa, ha de imaginarse que la gozamos los parroquianos tanto como él. Lo mismo con el emotivo cavernícola que hace retumbar el mundo con la tuba y los clarinetes que escupen las bocinas atroces de su camioneta: debe de resultarle absurdo que no le agradezcamos y nos pongamos a bailar.

A veces me da por postear en Facebook alguna música que me maravilla; rara vez alguien alza el pulgar para indicar que agradece mi obsequio. Y es que seguramente no se trata de un...

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