Memorias de La Silla / Los secretos de Ruiz Cortines

AutorGuadalupe Loaeza

Dicen que uno de los políticos más misteriosos de nuestra historia ha sido el veracruzano Adolfo Ruiz Cortines (1889-1973). Como buen jugador de dominó, era casi imposible ver sus intenciones secretas, así como lo que verdaderamente pensaba de todos los asuntos.

Era austero, pues no le gustaba recibir regalos, y se cuenta que nunca usó el poder para hacer favores a sus amigos. Cuando ganó la Presidencia, de inmediato se presentaron a su casa muchos de sus conocidos a pedirle un favor o una recomendación. Cuando llegaban estos amigos oportunistas, les decía: "¡Qué bueno que vienes! No sabes cómo necesito de una visita desinteresada: todo mundo viene nada más a pedirme favores".

Como buen veracruzano, era malhablado; de ahí que Carlos Monsiváis recordara que cada vez que decía palabras altisonantes, le pedía perdón a su investidura.

En el dominó es fundamental confundir a los adversarios. Quizá por esta razón, todos aquellos que han escrito sobre Ruiz Cortines lo ven como un jugador que constantemente se encontraba en una partida de "dominó político". Cuando llegaron los tiempos de la sucesión, en 1958, Ruiz Cortines se divirtió confundiendo a la opinión pública. Eran tiempos en que nadie se atrevía siquiera a insinuarle nada al Presidente. Nadie le preguntaba si ya había tomado la decisión, si había pensado en algún candidato o si tenía alguna preferencia entre alguno de sus allegados. Naturalmente, todo mundo estaba a la caza de la mínima insinuación.

Por supuesto que Ruiz Cortines sabía que los periódicos y todos los políticos estaban pendientes, así que comenzó a alabar por sus méritos al secretario de Salud, Ignacio Morones Prieto: hablaba muy bien de su gestión y de los avances en este sector a lo largo de su sexenio. "Hagan de cuenta que es otro Benito Juárez", dijo un día.

Mi amigo Pável Granados me contó que, en una ocasión, la primera dama, doña María Izaguirre, llegó a una comida con la esposa de Morones Prieto, pero nadie le hizo mucho caso a esta última, hasta que doña María dijo: "Pero cómo, ¿nadie le ofrece una silla a la próxima primera dama del país?". Casi todos los asistentes chocaron entre sí para ofrecerle lugar a la señora Morones. Me imagino que esa tarde don Adolfo Ruiz Cortines y su esposa se morían de risa.

Pero durante mucho tiempo, el que sonó como candidato fue Gilberto Flores Muñoz (1906-1978), quien había sido gobernador de Nayarit y, durante el sexenio de Ruiz Cortines, era secretario de Agricultura. Gracias a...

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