Memorias de La Silla / Un retrato del caudillo

AutorGuadalupe Loaeza

Una de las cosas que más asombraban de Álvaro Obregón (1880-1928) era su espléndida memoria. Dicen que platicar con este político sonorense de ojos verdes era de lo más peculiar.

Algunos cuentan que, para probar su memoria, le echaban las cartas de la baraja y él podía repetirlas una por una. Igualmente, en una ocasión se encontró con dos señoras y las saludó por su nombre. Las dos señoras no daban crédito: sólo una vez se habían encontrado al Presidente durante un viaje en un tren. Obregón era como se contaba de Napoleón, que saludaba por su nombre a todos los soldados de su ejército. Pero el caso que más llama la atención es que el día que murió el poeta Ramón López Velarde, preguntó quién era y un colaborador le leyó el poema de La suave patria. Esa misma tarde el Presidente recitó de memoria el poema y mandó que se guardara luto nacional al poeta zacatecano.

En su maravillosa novela La sombra del caudillo, Martín Luis Guzmán une dos momentos de nuestra historia: la rebelión de Adolfo de la Huerta contra Obregón, en 1923, y el asesinato de Francisco Serrano, en 1927. Naturalmente, el caudillo al que se refiere esta novela es Obregón, quien prácticamente no aparece en ella. Sin embargo, Obregón es la sombra que sigue a cada uno de los personajes y es el poder siempre presente en todas partes. Puede decirse que este político tenía un gran conocimiento de cómo era el poder en México, no obstante que sus orígenes eran muy humildes y que en realidad quería dedicarse a la agricultura antes que a la política. Sin embargo, tenía un talento instintivo para la guerra; de hecho, Obregón fue el mejor militar de la Revolución Mexicana, y el único general que no perdió una sola batalla. Cuando su subordinado, Pancho Villa, se rebeló contra él, Obregón se convirtió en su principal perseguidor y en su más terrible enemigo. Aunque se habla mucho del genio militar de Villa, lo cierto es que nunca le pudo ganar ni una sola batalla a Obregón, y hasta fue perdiendo fuerzas hasta que tuvo que dejar la División del Norte y retirarse al pueblo de Canutillo, en Durango. Sin embargo, el gobierno siempre tuvo miedo de que Villa dejara su vida retirada y volviera a tomar las armas.

Uno de los acuerdos que hizo Pancho Villa, mientras gobernara Obregón, fue alejarse de la política. No obstante, los periódicos perseguían a este militar y le pedían que se postulara para Presidente. Curiosamente, cuando los reporteros iban a visitarlo a su hacienda, lo encontraban...

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