Las memorias de dos cónclaves tristes

AutorRoberto Zamarripa

Eduardo Bours llevaba prisa. De repente recibió una llamada en su celular del gobernador de Puebla, Mario Marín. Le invitaba a pasar a Casa Puebla, para reunirse con Roberto Madrazo y todos los gobernadores priistas. Ya había rechazado una invitación a comer el día anterior, jueves 3 de marzo. También a cenar. Y ahora a tomar un café porque Bours ya había desayunado unos huevos a la mexicana de los cuales separó todos los pedazos de chile verde que quedaron alineados en la parte izquierda del plato.

En la disculpa iba la inconformidad. Por tercera vez, el gobernador de Sonora le decía a Marín que muchas gracias. No era su deseo ver de frente a Roberto Madrazo. Ni menos pensar en que podían arreglarse los desajustes surgidos en la XIX Asamblea Nacional del PRI.

De traje azul oscuro y un dejo de fastidio, Bours atravesó el patio del Hotel Camino Real rumbo a su camioneta para salir disparado al aeropuerto de Huejotzingo.

Los delegados sonorenses a la XIX Asamblea también habían decidido abandonar la reunión nacional priista, mientras su gobernador decidía dejar a su suerte a los colegas del llamado Tucom.

"Si Roberto quiere ganar a la buena, pues no hay problema. A la mala nada", mascullaba Bours en su huida de Puebla.

...

Felipe de Jesús Vicencio veía los papeles donde tenía escrito su discurso. Meneaba la cabeza. "No dio, no dio", decía al momento que agitaba las cuartillas. Viva imagen de su padre, Abel Vicencio Tovar, con las mismas facciones de endurecimiento e ironía, acaso la tez más clara, pero el senador Vicencio parece haber heredado no sólo el panismo ortodoxo sino la manera de decirlo.

El rostro lo delata. Parece cargar sobre la espalda una responsabilidad por la derrota. No obstante haber dicho en el Consejo Nacional del PAN uno de los mejores discursos de la tarde, adolorido, Felipe no atina a encontrar explicaciones del desastre.

"Vienen tiempos negros...", susurra.

Del Auditorio Manuel Gómez Morín, a las ocho y media de la noche, en mangas de camisa y sin corbata, sale el presidente Vicente Fox rumbo a Los Pinos. Recién testificó la toma de protesta del nuevo presidente del PAN, Manuel Espino Barrientos. Panistas separados por los cordones que colocó el Estado Mayor Presidencial agitan sus manos para distraer al Presidente, saludarlo, hacerle peticiones. Los hijos de Gaby Ruiz, la ex tesorera, y de María Luisa Calderón, senadora, están ahí, grito y grito, para que los mire y salude el Presidente. Ellas tienen el rostro desencajado. El de sus hijos es de asombro. Fox les mece sus manitas y los apapacha. Ellas sonríen al primer mandatario.

Vicencio menea la cabeza con un dejo de tristeza.

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El departamento de Elba Esther Gordillo, en la calle de Galileo casi esquina con Campos Elíseos, en Polanco, ha sido sede de acuerdos y desavenencias. Cuando iniciaba el 2002, reunidos para comer bocadillos y tomar vino, los dirigentes tricolores que se autoencomendaron el rescate de su organización tras la derrota del 2000, pactaron la ruta, los tiempos y los cargos.

Roberto Madrazo y Elba Esther compartirían una fórmula para ganar la presidencia partidista. El primero sería líder nacional; la segunda, secretaria general. Madrazo iría a la cabeza de la lista de diputados plurinominales para que en el 2003 fuese ungido como coordinador parlamentario tricolor. Al moverse hacia esa posición, Elba Esther se convertiría en la sucesora al frente de la presidencia nacional del PRI.

De aquel encuentro quedaron migajas y recuerdos. Los participantes tomaron sus rumbos. Elba Esther en su autoexilio -como Calles- en San Diego. Héctor Hugo Olivares, en la operación tras bambalinas de Roberto Madrazo. Manlio Fabio Beltrones a la espera del rescate; Roberto Madrazo en su incursión por la candidatura presidencial; Miguel Ángel Yunes, colaborando para el gobierno que le fue antagonista, el de Vicente Fox; Francisco Yáñez, colaborador de Gordillo, aún leal; JJ Rendón, el polémico publirrelacionista del priismo a quien se le atribuyen las estrategias de propaganda negra que han ensombrecido campañas y generado miedos.

Al tiempo, Madrazo cambió de opinión. Decidió no lanzarse como diputado y permanecer como presidente del PRI, con lo que cerraba la posibilidad de que Gordillo fuera presidenta del partido en el 2003. La profesora quedó al frente de la batalla electoral para ser coordinadora parlamentaria. Sin...

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