De Memoria / A Wagner le gustaban gordas

AutorSealtiel Alatriste

15 de Agosto de 1876.- Se estrena la ópera Sigfrido, de Richard Wagner, tercera parte de la famosa Tetralogía, El anillo de los Nibelungos. El barítono Franz Betz realiza una interpretación memorable como el pérfido Wotan.

Sin duda (aunque en gustos se rompen géneros y acaban amistades) entre las cuatro óperas del gran ciclo de Wagner, la musicalmente mejor es El ocaso de los dioses, pero sin que me tiemble la voz al decirlo (ni la computadora en este caso) la más interesante, la que plantea el conflicto del hombre moderno en toda su extensión, es Sigfrido.

Se podría decir que esta obra está dedicada a contarnos la iniciación heroica del protagonista, hijo del amor incestuoso y adúltero entre Siglinde y Siegmund. En la ópera anterior, Siglinde, quien ha quedado preñada de su hermano, se refugia en el bosque para dar a luz a Sigfrido, el cual confiará a Mime, un enano de la pandilla nibelunguesa. Wotan, el temible dios, espera que cuando el héroe crezca recupere el anillo que está en poder de Fafner, el dragón, pues éste fue el pago que le requirió para construirle su casita, el Walhalla (el espectador está autorizado a imaginar una casota de narco, pues en este ciclo los dioses son tan siniestros como los traficantes de drogas). Hasta aquí todo es de una desmesura bárbara, pero la música de Wagner nos salva de la confusión total, y su genio dramático nos hace entrar en otra dimensión cuando nos enteramos que Sigfrido derrotará a Fafner porque es un hombre que no conoce el miedo. Con un prodigioso uso de su propio genoma, sus padres, en vez de haberle heredado un conflicto de marca por ser tan pecadores, en vez de dotarlo con un temperamento que descuartizara su endeble personalidad, lo hacen un hombre sin ápice de miedo. Un prodigio de la naturaleza, no me lo van a negar. Pues bien, esta versión germana de Juan sin Miedo, se deshace de su protector, le rezumba el güiro a Fafner (es decir, lo mata), se baña en su sangre, se vuelve invulnerable, y va a la conquista de Brunnilda, la Walkiria, que duerme dentro de un círculo de fuego debido a que fue condenada por Wotan, el ya conocido mandamás del Walhalla, por haber protegido a los incestuosos padres del héroe.

En este momento, después de poco más de 300 minutos (contando dos entreactos para ir a reponerse de tanto conflicto con una copa de lo que sea), arribamos al meollo del drama: Sigfrido ha superado todos los obstáculos -fundió nuevamente la espada de su padre, se burló de los...

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